CIENCIA / TECNOLOGÍA
Aunque los políticos occidentales argumentan que la globalización nos traerá igualdad y libertad, parece que, de hecho, podría pasar todo lo contrario, como pensaba Stephen Hawking… El progreso, que seleccionará superhombres ‘reclutados’ entre los superricos, nos hará más débiles e inútiles y, lo que es más grave, esto tendrá un carácter irreversible, sostiene por su parte el científico y escritor israelí Yuval Noah Harari.
“Estoy seguro de que durante este siglo las personas descubrirán cómo modificar la inteligencia y los instintos como la agresión“, reza una de los últimos pronósticos de Stephen Hawking. En este sentido, el astrofísico advirtió que semejante desarrollo de la situación conlleva riesgos para aquellas personas que no puedan mejorar su ADN.
“Una vez aparezcan este tipo de superhumanos, surgirán problemas políticos importantes con las personas no mejoradas, que no podrán competir con ellos”, escribió. “Presumiblemente, morirán o dejarán de ser importantes. En cambio, habrá una raza de seres que se diseñarán a sí mismos y que mejorarán a un ritmo cada vez mayor“, concluyó el célebre físico teórico.
Pero no solo él pensaba así…
El hombre no sabe quién es, pero, al mismo tiempo, siente perfectamente sus necesidades. Comida, poder, sexo… son algunos de los principales motores de la civilización. Salvo contadas excepciones, las personas trabajan por un salario, sencillamente para poder satisfacer estas necesidades.
Sin embargo, ahora todo parece indicar en que en los próximos 20 años la mayoría de las personas perderán su empleo y, con él, muchos de sus incentivos de vida, sugiere Yuval Noah Harari, historiador y escritor israelí, además de profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, citado por el diario ruso Argumenty y Fakty.
El autor de superventas como ‘Sapiens: De animales a dioses’, ‘Homo Deus: Breve historia del mañana’ y ’21 lecciones para el siglo XXI’, recuerda que las personas siempre han sido desiguales y que la propiedad privada ha reforzado esta disparidad. Sin embargo, a partir de determinado momento los gobernantes comenzaron a cuidar de la ‘gente humilde’, aunque movidos por fines puramente egoístas.
“Los gobiernos, tanto en las democracias como en las dictaduras, invirtieron mucho en salud, educación y bienestar de las masas, porque necesitaban millones de trabajadores sanos para trabajar en las fábricas y millones de soldados leales para servir en los ejércitos”, explica Harari en un artículo publicado en The Guardian en mayo del año pasado.
Sin embargo, a día de hoy la humanidad se adentra en nueva era. Ejércitos cada vez más fuertes son armados con robots y aviones no tripulados, operan mediante relativamente pequeños grupos de militares profesionales, mientras que otras máquinas inteligentes hacen el trabajo de varios operarios en las fábricas, generando desempleo.
“En consecuencia, miles de millones de seres humanos podrían llegar a ser ‘inempleables’, y veremos el surgimiento de una nueva clase enorme: la clase inútil. Esta es una de las razones por las que las sociedades humanas en el siglo XXI podrían ser las más desiguales de la historia“.
Y existen otras razones para temer este panorama.
En biología cambios revolucionarios ya están en marcha. Enormes sumas de dinero se invierten en neurociencia, surgiendo nuevos métodos para mejorar las capacidades del cuerpo y la mente humanas.
Los bioingenieros ahora pueden hacer crecer nuevos órganos y renovar los viejos, interferir con el cuerpo a nivel genético, etc.
En otras palabras, las tecnologías científicas avanzadas fortalecen nuestras capacidades físicas y mentales y pronto podrán eliminar el envejecimiento. ¿Qué se necesita para estar entre los afortunados? La respuesta es obvia: mucho dinero. Es decir, un pequeño grupo, la élite mundial, podrá ‘afinar y mejorar’ su cuerpo y cerebro, mientras que los demás se verán privados de esta posibilidad.
“Podemos llegar a un punto en el que, por primera vez en la historia, sea posible traducir la desigualdad económica en desigualdad biológica”, sostiene el científico.
“Por consiguiente, la humanidad podría dividirse en castas biológicas“.
“A lo largo de la historia […] un duque medio no era más talentoso que el campesino medio: sólo debía su superioridad a la injusta discriminación jurídica y económica. Sin embargo, para el año 2100, los ricos podrían ser más talentosos, más creativos y más inteligentes que los habitantes de los barrios de tugurios. Una vez se abra una brecha real en la capacidad entre ricos y pobres, será casi imposible cerrarla“.
La unión de ambos procesos —la bioingeniería unida al surgimiento de la inteligencia artificial— puede derivar en la separación de la humanidad en una pequeña clase de ‘superhumanos’ y una subclase masiva de personas ‘inútiles’.
“Los nietos de los magnates de Silicon Valley podrían convertirse en una casta biológica superior”, concluye.
Y entonces surge la pregunta: ¿Qué harán entonces las autoridades y los poderosos del planeta con las masas populares?
Fuente: rt.com