Como tal nos avergüenza el ranking publicado por la OCU, donde nos sitúa en el podio de las ciudades más sucias de España.
Esta “foto” llega en mal momento para algunos. Aquellos que en vísperas electorales centran todos sus esfuerzos en vendernos charlatanamente la excelencia de su gestión para repetir poltrona. Otros, los aspirantes a la alternancia que pretenden desbancar a los amarrados, se ceban en la noticia para atacar al adversario como culpable del oprobio público que supone salir en los papeles con tanto desaire. Todos intentan lavar la cara con poco éxito, pues la realidad se lo impide. Unos, alegando públicamente que la porquería expandida por aceras, calzadas, paredes y vertederos improvisados “solo son sensaciones” [sic]de quienes nos quejamos como clamor en el desierto. Otros, utilizando la mugre como argumento electoral de “yo lo haría mejor”,tampoco sirve como garantía, pues ya se sabe qué pasa con las promesas jamás cumplidas.
Lo cierto es que andamos –y no es de ahora– sobre un espacio urbano sucio e inmundo. Desde este mismo púlpito, de antaño se ha reivindicado solución al problema (“Santa Cruz; la belleza de una gran ciudad” jul.2012 – “Santa Cruz; esta joya mortecina” ago.2013 – “El vandalismo callejero; una llaga infectada” nov. 2016… y varios más). Un extracto de lo publicado entonces: “Numerosas ciudades, capitales de provincia o no, han resuelto el problema con firmeza e inteligencia para ofrecer un paisaje urbano gratificante, limpio y presentable, tanto para sus habitantes como para quienes las visitan. Cuestión de voluntad política de cuya falta aquí adolecemos…). Es evidente que esto no ha mejorado nada. Incluso, en la calificación de referencia, la OCU puntúa además la mejora o empeoramiento con respecto a la anterior revisión periódica. Y también en esta suspendemos más que nadie. Lo que significa que llevamos una década de mal en peor… y sin visos de mejoría…
Según el estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios, estamos peor ahora que hace 4 años… y que hace 8… Como indicadores de la limpieza de una ciudad se consideran: la presencia de excrementos animales en la vía pública, las pintadas, la presencia o no de contenedores, su limpieza y la de su entorno, o la existencia de puntos negros y lugares especialmente sucios, entre otros factores. De modo, que aquí estamos lucidos. Si a esto añadimos las reiteradas plagas de ratas, tanto en barrios periféricos como en el propio centro de la capital, producto de la inmundicia generalizada y la desidia en su gestión; bandadas de palomas sin control sanitario, cuya suciedad y excrementos atentan contra la salud pública; personas irresponsables que las alimentan impunemente sin oposición de las autoridades; comportamientos incívicos de algunos poseedores de perros; el vandalismo callejero con el mobiliario urbano; ¡¡¡los masivos vertidos fecales en La Hondura!!!... 20 millones de litros diarios sin depurar, consentidos y autorizados hasta 2021… ¡¡¡un problema sin resolver desde hace más de 30 años!!!
No es exageración ni son “sensaciones”, sino una lamentable realidad que en dos décadas ha destrozado el prestigio e imagen de una esplendorosa capital que fue ejemplo para otras y motivo de orgullo para estos, ahora, avergonzados habitantes.
Como símbolo de todo lo demás, la suciedad en Santa Cruz representa el fracaso y errónea gestión de los intereses del pueblo y de la defensa de sus derechos. Dos legislaturas en declive operativo progresivo que ahora pretenden repetir con una tercera, a ser posible con mayoría absoluta, con la promesa de que ahora se hará lo que no se ha sido capaz en los ocho años anteriores. Resulta escandalosa la adicción al poder por el poder cuando lo inteligente y moralmente adecuado sería la dimisión por la demostrada incapacidad para el cargo.
No sirve echar balones fuera culpando de malas artes a la oposición o a comportamientos incívicos y falta de urbanidad en algunos colectivos marginales y destructivos. La autoridad debe ejercerse con ponderación y eficacia. Si no se es capaz de controlar desvíos conductuales con medidas disuasorias justas y proporcionadas, pero con la firmeza suficiente, es preciso reconocer la propia incapacidad y echarse a un lado.
Tan importante como dar ejemplo y prestar más atención a la pretendida “participación ciudadana” que desinteresada y gratuitamente plantea los problemas existentes y propone soluciones. Otro símbolo de que no nos merecemos estar en las manos actuales: desde este foro, se ha tardado ocho años en que se erradicasen las vallas publicitarias ilegales en la fachada del Viera y Clavijo, tras una denodada y perseverante lucha legal, administrativa y mediática, que solo encontraba rechazo y animadversión oficial en quien debiera dar ejemplo de cumplimiento, no solo de la Ley Canaria de Protección del Patrimonio Histórico, sino de la propia Ordenanza Municipal de Paisaje Urbano… incumplida contumazmente por quien precisamente la redactó y firmó. Tras este detalle tan representativo, ¿qué se puede esperar de las renovadas promesas de rehabilitación del patrimonio histórico, cultural y urbano de Santa Cruz?
Con sinceridad, me preocupa a nivel de alarma social que por falta de alternativa tengamos que sufrir otros cuatro años de penurias, aguantando falsos triunfalismos y ostentosos titulares en algunos medios subvencionados con dinero público (¿pagamos con nuestro dinero para que nos engañe?), a juego con un panorama mugriento real y vergonzoso.
Por Ana Mendoza
Candidata de Nivaria al Parlamento de Canarias