OPINION/ En un mundo donde la igualdad y la justicia deberían ser los pilares de nuestras sociedades, la realidad para muchas personas LGTBIQA+ sigue siendo dura y peligrosa. En numerosos países, la homosexualidad no solo es perseguida, sino también castigada con severas penas, incluidas la cárcel y, en los casos más extremos, la pena de muerte. Este hecho espeluznante debe recordarnos que la lucha por los derechos de la comunidad LGTBIQA+ no es una batalla ganada; es una causa que necesita nuestro apoyo constante y nuestra vigilancia activa.
En pleno siglo XXI, es inaceptable que aún existan lugares donde amar libremente sea motivo de persecución. Esta situación no solo refleja un fracaso de las políticas de derechos humanos, sino también una sociedad que no ha logrado erradicar el odio y la discriminación. En lugares como Irán, Arabia Saudita y muchos otros, las personas LGTBIQA+ enfrentan la amenaza diaria de violencia, encarcelamiento y muerte simplemente por ser quienes son.
Además, el ascenso de la ultraderecha en diversos países ha intensificado los discursos de odio contra la comunidad LGTBIQA+. En España, el panorama se torna preocupante con el retroceso de derechos que ya se está observando en muchos gobiernos autonómicos gobernados por el Partido Popular (PP) y VOX. Estos partidos han demostrado una y otra vez que los derechos conseguidos con tanto esfuerzo pueden ser fácilmente revertidos. En comunidades autónomas como Madrid y Andalucía, se han visto recortes en programas de educación sexual inclusiva y la eliminación de medidas específicas para proteger a las personas LGTBIQA+ de la discriminación y la violencia.
Este contexto nos debe recordar que los derechos de todas las personas no son inquebrantables. Las conquistas sociales y legales que la comunidad LGTBIQA+ ha alcanzado a lo largo de los años pueden ser amenazadas y revertidas cuando partidos de ultraderecha llegan al poder, frecuentemente con el apoyo tácito o explícito de la derecha tradicional. Por ello, es crucial mantenernos alertas y activos en la defensa de estos derechos.
Las manifestaciones del Orgullo son una celebración de la diversidad y la aceptación, una explosión de color y alegría que ilumina nuestras ciudades. Sin embargo, más allá de la fiesta, estas manifestaciones deben ser un recordatorio constante de que la lucha continúa. Deben ser reivindicativas, ya que queda mucho por alcanzar. La igualdad plena y efectiva para las personas LGTBIQA+ no es solo un deseo, es una necesidad urgente.
Es imperativo que sigamos visibilizando las injusticias y alzando la voz contra cualquier intento de retroceder en los derechos conquistados. La educación y la sensibilización son herramientas poderosas contra el odio. Debemos seguir trabajando para que nuestras sociedades sean inclusivas, donde todos y todas puedan vivir con dignidad y sin miedo.
En conclusión, la lucha por los derechos de las personas LGTBIQA+ es una causa que nos concierne a todos. Es un llamado a la acción para proteger lo que se ha logrado y continuar avanzando hacia un mundo donde nadie sea discriminado por su orientación sexual o identidad de género. Que las celebraciones del Orgullo sean festivas, sí, pero que nunca pierdan su carácter reivindicativo. Porque el amor y la dignidad no deben conocer fronteras ni barreras.