SANTA CRUZ DE TENERIFE/ El archipiélago canario, destino favorito de millones de turistas cada año, enfrenta un desafío creciente: la saturación turística. Este fenómeno, impulsado por un aumento continuo en la llegada de viajeros, pone en riesgo la sostenibilidad de las islas y amenaza su frágil ecosistema, rico en especies endémicas y muchas de ellas en peligro de extinción.
Los datos de julio de 2024 reflejan claramente esta tendencia preocupante. Según Aena, los aeropuertos canarios contabilizaron un total de 4,3 millones de pasajeros durante ese mes, superando en un 6,7% las cifras del mismo período del año anterior. De estos, 2 millones de pasajeros viajaron en vuelos nacionales, lo que representa un aumento del 5,8%, mientras que 2,3 millones lo hicieron en vuelos internacionales, con un incremento del 7,4%.
El Aeropuerto de Gran Canaria lideró el volumen de pasajeros, con 1.208.141 viajeros, seguido por Tenerife Sur, con 1.079.569 pasajeros, un aumento significativo del 13,8% respecto a julio de 2023. Otros aeropuertos, como César Manrique-Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife Norte, también registraron incrementos, lo que subraya la tendencia general de crecimiento en la afluencia turística.
Sin embargo, este crecimiento tiene un alto costo. El turismo masivo y descontrolado ejerce una presión insostenible sobre los recursos naturales y el ecosistema de las islas. Canarias es hogar de una biodiversidad única, con numerosas especies de flora y fauna que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. La llegada masiva de turistas contribuye a la degradación de estos hábitats, aumentando el riesgo de extinción de especies endémicas y alterando el equilibrio ecológico.
Además, la infraestructura de las islas, desde el suministro de agua hasta la gestión de residuos, está al límite de su capacidad. La afluencia turística sobrecarga estos sistemas, exacerbando los problemas ambientales y poniendo en riesgo la calidad de vida de los residentes. La expansión constante de alojamientos turísticos y la construcción de nuevas infraestructuras para atender a la creciente demanda también amenaza con urbanizar zonas naturales, destruyendo paisajes y hábitats críticos.
El impacto no se limita al medio ambiente. La saturación turística también tiene implicaciones sociales y económicas. Aunque el turismo es una fuente vital de ingresos para Canarias, la dependencia excesiva de este sector económico puede generar desequilibrios, como la precarización del empleo y la especulación inmobiliaria. Los residentes locales, especialmente en áreas turísticas populares, enfrentan un aumento en los precios de la vivienda y una disminución en la disponibilidad de viviendas asequibles, lo que agrava la desigualdad social.
En lo que va de año, los aeropuertos canarios han registrado 30.160.679 viajeros, un 9,5% más que en el mismo período de 2023. Este incremento continuo subraya la necesidad urgente de repensar el modelo turístico de las islas. Mientras se gestiona el turismo como motor económico, es fundamental encontrar un equilibrio que garantice la sostenibilidad del territorio y la conservación de su patrimonio natural.