PUERTO DE LA CRUZ/ Playa Jardín, una de las joyas de Puerto de la Cruz, Tenerife, y antigua poseedora de la prestigiosa bandera azul de la Unión Europea, vive hoy una situación lamentable. La playa, conocida por la calidad de sus aguas y los servicios que ofrecía, lleva varios meses cerrada debido a vertidos de aguas negras provenientes del emisario submarino, un problema que no parece tener solución a la vista.
Cabe destacar que la adaptación de Playa Jardín fue una de las obras más emblemáticas del malogrado artista lanzaroteño César Manrique, quien, en los años 90, transformó este espacio en un ejemplo de integración entre el paisaje natural y la intervención humana. Manrique, conocido como uno de los más firmes defensores de la protección del medio natural canario, dejó su huella en la isla con este proyecto. Hoy, ese legado está en riesgo por la desidia institucional.
Este espacio, principal playa del municipio y punto de encuentro tanto para vecinos como para visitantes, se encuentra inaccesible, generando indignación y preocupación entre la población local. “Es una pena ver cómo se deteriora nuestra playa más icónica. No solo afecta al turismo, sino también a nuestra calidad de vida”, comenta Ana Martínez, vecina de Puerto de la Cruz.
El caso de Playa Jardín no es un hecho aislado. Este problema de vertidos se repite en varios puntos de la isla de Tenerife, como la Playa de El Médano, en Granadilla de Abona, o la de El Porís, en Arico. En todas estas ubicaciones, los vertidos de aguas fecales suponen un grave riesgo para la salud de los posibles bañistas, además de afectar negativamente a la imagen turística de Tenerife.
La situación se ha visto agravada por la enorme presión poblacional de la isla de Tenerife, y concretamente del Valle de la Orotava. A ello se suma la falta de previsión de las autoridades locales, que ha provocado la saturación de las depuradoras. Además, el aumento del número de turistas sin un control adecuado ha empeorado significativamente este panorama.
“La situación es insostenible. Las autoridades llevan demasiado tiempo ignorando este problema, y mientras tanto, las playas están cerradas y nosotros pagamos las consecuencias”, critica José Luis Hernández, usuario habitual de Playa Jardín.
A pesar de la gravedad del problema, ni el Cabildo de Tenerife ni el Gobierno de Canarias, gobernados por Coalición Canaria (CC) y el Partido Popular (PP), han tomado medidas concretas para solucionar esta crisis ambiental y de salud pública. La falta de inversión en infraestructuras adecuadas y el retraso en la toma de decisiones han dejado a muchas comunidades sin acceso a playas seguras.
El emisario submarino, que debería garantizar un vertido controlado y a una distancia segura, no cumple con los estándares necesarios, convirtiéndose en una fuente de contaminación directa. “Es inaceptable que en pleno siglo XXI Tenerife siga teniendo estos problemas. Somos una isla que vive del turismo, y no se puede permitir esta dejadez”, señala Elena Navarro, representante de una organización ambiental local.
La población y colectivos ciudadanos exigen una solución inmediata. Entre las demandas están la reparación y actualización de los emisarios submarinos, un control exhaustivo de los vertidos y un plan integral de saneamiento para toda la isla de Tenerife.
Mientras tanto, Playa Jardín y otras playas de la isla siguen cerradas, dejando a Tenerife en una situación crítica que afecta no solo a su reputación turística, sino también al bienestar de sus ciudadanos. La falta de soluciones no hace más que agravar un problema que podría tener consecuencias irreversibles si no se actúa de manera urgente.