LIBREDIARIO@DIGITAL / GASTRONOMÍA
A las comidas y cenas especialmente copiosas, típicas de estas fechas, les siguen los problemas de acidez, ardor de estómago y gastritis. Y es que navidades es sinónimo de excesos en la mesa, en la que no van a faltar embutidos, aperitivos, pesados asados y guisos, dulces navideños y alcohol, y en cantidades que exceden las que solemos tomar habitualmente.
Todo ello sin duda pasa factura.
La gastritis es básicamente la inflamación de la mucosa que recubre el estómago, es decir, esa fina capa que tapiza sus paredes. El estómago realiza una variedad de funciones, incluyendo almacenar los alimentos, descomponerlos y exponerlos a los ácidos que secreta, además de actuar como barrera para prevenir el paso de microorganismos al intestino.
Esta mucosa sufre constantes ataques por parte de factores endógenos (producidos por el propio organismo) y exógenos (medicamentos, alcohol, bacterias…). En condiciones normales, ella misma es capaz de mantener su integridad, defendiéndose y reparándose, cuando no hay factores que la desestabilizan. Y las comilonas navideñas sin duda lo hacen.
La gastritis puede ser un fenómeno puntual, pero lo más frecuente es que acabe convirtiéndose en crónica.
Cualquiera que la haya sufrido reconocerá sus síntomas: acidez y ardor de estómago, distensión abdominal (se “hincha la tripa”), dolor en la parte superior del abdomen e incluso náuseas, vómitos y diarreas. Cuando el problema se cronifica, los síntomas aparecen incluso a la mínima, aunque no se hayan hecho grandes excesos.
Ante este panorama, lo más habitual es correr a la farmacia a por un medicamento que calme los síntomas. Uno de los clásicos es el Omeprazol.
El Omeprazol es un medicamento terriblemente dañino, sobre todo -y por paradójico que resulte- para el estómago, además de para los riñones. Pretendiendo solucionar un problema, lo que hace es provocar otro peor. Y sin embargo, siguiendo con las paradojas, pese a que los estudios científicos no dejan de sacar a la luz sus riesgos, sigue encaramado al puesto nº 1 entre los medicamentos más consumidos en nuestro país, según los datos del último estudio anual realizado por el Sistema Nacional de Salud. (1)
Pero mi texto de hoy no es para hablar del Omeprazol. Es para hablarle de cómo ayudar a su estómago a realizar a la perfección sus funciones en esta época de atracones, cuchipandas, banquetes y celebraciones; sin hinchazón, gases ni ardores. De forma totalmente natural. Y no sólo en estas fechas de forma puntual, sino con asombrosos efectos para la salud digestiva también a largo plazo.
Hablamos del fenogreco como elemento estrella, sabiamente acompañado de la melisa, la salvia y el diente de león, las mejores plantas para lograr efectos positivos increíbles sobre la salud digestiva. Allá vamos:
El fenogreco (Trigonella foenum-graecum L) es una leguminosa mediterránea que se encuentra entre las plantas medicinales más antiguas de la historia de la humanidad. Sus semillas contienen multitud de nutrientes y principios activos, en los que radica su indicación terapéutica. Aporta proteínas (en especial los aminoácidos triptófano, lisina y el ácido 4-hidroxiisoleucina), mucílagos (25%), lípidos (6-10%), trigonelina (un tipo de alcaloide), cumarinas, lignina, flavonoides y saponinas esteroideas.
Es muy eficaz como antiinflamatorio y analgésico (algo muy útil en caso de gastritis), además de tener otras propiedades muy interesantes al margen de la digestión. Por ejemplo, las semillas de fenogreco tienen actividad hipoglucemiante (disminuyen los niveles de glucosa en sangre) gracias a su elevado aporte de fibra (mucílagos), y sobre todo del aminoácido hidroxiisoleucina. Incluso los últimos estudios amplían el campo de actuación de esta planta a la recuperación muscular tras el ejercicio físico y a un aumento de los niveles de testosterona en los hombres. (2) (3) (4) (5)
Pero ya que antes hablamos del Omeprazol, le contaré algo curioso.
Investigadores del departamento de Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Annamalai Nagar, en India, han hecho un increíble hallazgo. Han comparado el efecto gastroprotector de las semillas de fenogreco en las úlceras gástricas frente al Omeprazol. Y los resultados son espectaculares a favor del fenogreco, que ha demostrado ser más eficaz (aparte, por supuesto, de inocuo) para proteger la mucosa gástrica y prevenir y reducir las lesiones ulcerosas. (6)
Hay que decir que el experimento se ha llevado a cabo de momento en ratas (los roedores, como sabe, se usan a menudo en los estudios científicos porque, entre otras razones, la estructura orgánica básica en ratones y humanos es la misma a diferente escala), pero los resultados son contundentes y todo apunta a que se pueden extrapolar a las personas.
La melisa (Melissa officinalis) se cultiva desde la antigua Grecia por sus virtudes calmantes y, sobre todo, por sus propiedades digestivas. Su acción terapéutica como sedante natural, espasmolítico y antibacteriano radica en los principios activos que se encuentran en sus hojas, las cuales, una vez desecadas, deben contener al menos un 3% de ácido rosmarínico. Esta actividad terapéutica resulta de especial interés cuando el estrés es uno de los factores desencadenantes o agravantes de los problemas digestivos (esa sensación de que los nervios “se agarran al estómago”). (7)
Las investigaciones científicas que han puesto de manifiesto estas propiedades han hecho que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos sanitarios, como la Cooperativa Científica Europea de Fitoterapia (ESCOP) aconsejen el uso de la melisa, especialmente en el tratamiento sintomático de los trastornos digestivos, como el dolor, los espasmos gastrointestinales y la hinchazón abdominal. (8) (9)
Estudios actuales consideran además a la melisa como una planta multiusos, ya que ayuda a reducir el ritmo cardíaco, mejora la capacidad cognitiva y, gracias a su aporte de polifenoles, tiene actividad antioxidante frente a los radicales libres. ¡Un poco de todo! (10) (11)
Antiguamente se consideraba al diente de león (Taraxacum officinale) una mala hierba, pero hoy en día son bien conocidas sus propiedades diuréticas. Es un buen depurativo tanto a nivel renal como digestivo. A nivel renal, aumenta la eliminación de líquidos retenidos y ayuda a eliminar toxinas al aumentar la diuresis. A nivel digestivo, ayuda a estimular la función hepática y biliar y, al aumentar la producción y secreción de bilis, resulta especialmente útil para ayudar a digerir comidas copiosas ricas en grasas (¡muy típicas de estas fechas navideñas!). (12)
Es una planta muy rica en potasio, hierro, calcio, cobre, cilicio y manganeso. También contiene ácidos grasos, colina (un nutriente importante para el hígado), vitaminas del grupo B, vitaminas C, D y K, flavonoides y carotenoides. La raíz produce además insulina y azúcares complejos, así como sustancias que favorecen la multiplicación de bacterias intestinales beneficiosas. Varios ensayos clínicos preliminares indican que algunos preparados que contenían diente de león podían calmar los retortijones y aliviar el estreñimiento y la diarrea. (13) (14) (15)
Las hojas de esta planta (Salvia officinalis) han sido utilizadas desde la antigüedad; tanto es así que la palabra salvia proviene del nombre latino salvare (“salvar”, “curar”) y tanto romanos como egipcios las usaban en multitud de preparaciones. Es una excelente fuente de vitamina K y de hierro.
Las hojas de salvia están indicadas en caso de inflamación y en trastornos digestivos como acidez o distensión abdominal, así como por su acción laxante y antiespasmódica en los músculos del estómago y los intestinos. Calma los retortijones y desempeña un papel gastroprotector (antiardor gástrico); es particularmente eficaz contra la hinchazón abdominal y los gases intestinales. (16) (17)
También hay estudios que apuntan a su indicación como hipolipemiante, ayudando a reducir los niveles de grasas circulantes gracias a que estimula la acción hepática de secreción de bilis, una sustancia necesaria para el metabolismo y digestión de las grasas de los alimentos.
Fuentes