LIBREDIARIO@DIGITAL / SALUD
¿Qué diría si le propusiesen beber cada mañana un cóctel de nitratos, pesticidas, herbicidas, antibióticos, ansiolíticos e incluso arsénico?
Le parecería de locos, ¿verdad?
Pues permítame decirle que si usted hace algo tan cotidiano como beber agua del grifo ya es un consumidor habitual de cócteles de este tipo, absolutamente peligrosos para la salud.
Y no es una exageración.
El Ministerio de Sanidad lleva a cabo en nuestro país análisis periódicos del agua destinada al consumo. Y de estos análisis se desprende que el 96,1% del agua potable es “apta para el consumo”. Detrás de esa calificación parecería que podemos estar tranquilos pero, microscopio en mano, la cosa cambia.
Encontramos arsénico (sí, ese elemento químico extremadamente venenoso que se ha usado históricamente para asesinar sin dejar rastro), restos de medicamentos (que han pasado al agua tras haberlos tomado personas y animales), hormonas de las que se administran a la ganadería, cloro (imprescindible para eliminar los microbios, pero malo para la salud), nitratos, pesticidas, metales pesados…
La dosis que se encuentran en un vaso de agua de cada una de estas sustancias, evaluadas individualmente, realmente es ínfima. Cualquiera se queda muy por debajo del umbral de toxicidad (salvo momentos puntuales, como el que ocurrió en Ferrol el pasado mes de junio, donde no se pudo beber agua ante el alto nivel de trihalometano que contenía, e incluso tampoco se pudo cocinar con ese agua).
Eso ha hecho que durante mucho tiempo los científicos estimaran que los residuos de nitratos, pesticidas, herbicidas, hormonas, antibióticos y ansiolíticos en el agua del grifo eran insignificantes, inofensivos. Y que las autoridades sanitarias aseguren que el agua del grifo no representa ningún peligro para la salud.
El problema es que en esas afirmaciones se han pasado por alto varios aspectos:
Seguro que tras leer esto ve con otros ojos el agua del grifo que bebe cada día y empieza a sospechar si no habrá que tomarse menos al pie de la letra la recomendación de “beba mucha agua” que hacen sistemáticamente los médicos…
Entonces, ¿es segura el agua del grifo? ¿Tenemos alternativas? ¿Conviene “invertir” en agua embotellada pese a los disruptores endocrinos presentes en el plástico de las botellas? ¿O habría que instalar un filtro en el grifo de casa?